Hola mi nombre es Gryssmel Baldizón actualmente tengo cinco años de ser una persona exiliada política de Nicaragua viviendo en Costa Rica. Actualmente, soy una persona que obtuvo la condición de refugio, la cual es protección internacional otorgada por la organización de las Naciones Unidas a las personas que salen de sus países de formas violentas en donde sus vidas corren peligro.

La razón principal por la cual fui forzada a salir de mi país de origen Nicaragua fue por la persecución política hacia las personas que se manifestaron durante la insurrección cívica de abril del año 2018. Debido a esto recibí persecución, amenazas, represalias y entre otros tipos de violencias, lo cual impidió que yo pudiese sostener mi vida en Nicaragua. 

El 4 de junio del año 2018 mi familia y yo salimos de Nicaragua. Fue una decisión muy dura que mi familia tomó por mí para que pudiese mantenerme a salvo. Recuerdo ese día con mucha tristeza y como uno de los días más tristes y duros que haya vivido en estos días, recuerdo que tuvimos varios intentos de salir del país durante varios días seguidos y fue hasta esa fecha que se logró concretar. Me recuerdo a mí misma llorando antes de subir al bus sabiendo que iba huyendo de mi propio hogar porque este ya no era viable para vivir.

La idea original era estar en Costa Rica los primeros tres meses hasta que se vencía ese mi visa, pero las cosas resultaron de una forma distinta y al ver que nada mejoraba y que la violencia incrementada en el país decidí pedir refugio en Costa Rica. Sé que fui de las primeras personas que pudo enterarse de que existía esta categoría y en ese entonces me tocó hacer filas frente a migración de Costa Rica durante muchas horas, en donde nos daban una cita para obtener el carnet de solicitante de refugio varios meses después. En ese entonces yo no vivía en San José ni cerca del área metropolitana, sino que vivía en San Carlos en ciudad Quesada y un viaje desde el lugar en donde vivía podía tomarme muchas horas y era demasiado costoso.

Tiempo después vimos que ya no era viable vivir en un sitio tan lejano, puesto que no había oportunidades ni laborales educativas y los trámites en un sitio tan aislado eran imposible. En agosto del año 2018 nos mudamos a una comunidad mucho más cercana, San José, en San Gabriel de Aserrí. El cual es otro espacio rural, pero cercano a San José en comparación a San Carlos, de algún modo pudimos vivir mi familia y yo cuatro años y medio allí.

En 2018 me tomó mucho tiempo reconectar con la comunidad nicaragüense, y no fue hasta casi ocho meses después de haber llegado a Costa Rica, tuve mi primer contacto con personas de Nicaragua. Fue para mí un alivio encontrarme a personas que sí bien estaban en una situación similar a la mía. El tener redes, hacer contactos y alianzas con estas personas me ayudó a sentirme un poco menos pérdida de lo que ya antes estaba. Para agosto del 2019 me uní a un grupo de chicas las cuales se hicieron mis amigas y le dimos forma a la idea de volcánicas, una colectiva feminista en donde inició siendo un espacio de acercamiento y compañía y que luego de esto se volvió un espacio para seguir ejerciendo nuestro activismo. 

Conectar con estas jóvenes para mí fue como sentir que ya no estaba sola y que tenía un espacio en donde podía orientarme en qué cosas debía hacer. Estar acompañada y poder saber que en esta vida si se tenía compañía era un poco más llevadera. En estos momentos aún no me sentía tan identificada con el feminismo. Pero al ver a estas jóvenes que se parecían tanto a mí y me ayudaron a entender y comprender muchas cosas. Poco a poco fue cambiando también mis maneras de ver la vida y entender que existían cosas más grandes que yo, que estaban fuera de mi alcance, cambiarlas de manera individual.

Para finales de diciembre del 2019 obtuve la condición de persona refugiada, pero mi carnet de refugio me lo iban a entregar hasta marzo del año 2020, en este año migración y extranjería no abrió sus puertas, por lo cual estuve hasta marzo del año 2021 sin identificación.

Durante el 2019 estuve en mi proceso de ingreso a la universidad y en 2020 pude ingresar a la Universidad de Costa Rica a la carrera de antropología. Para mí fue sumamente difícil reingresar a la universidad luego de dos años de no estar en el sistema educativo y seguido de esto en uno totalmente diferente. Y para mí y fue un choque muy muy fuerte que el reingreso a la universidad se topara con la pandemia del COVID-19, esto conlleva a dos años de estudios virtuales en las cuales si bien ya tenía una salud mental deteriorada y en estos momentos las implicaciones fueron sumamente más grandes.

Todavía parte de esto le podría sumar el hecho de qué no tenía la estabilidad ni económica ni emocional ni de ningún otro tipo que solía tener cuando estaba en Nicaragua, algo tan básico como la privacidad, no fue un logro hasta hace unos muy pocos meses. El no tener un espacio siquiera para llorar ha sido catastrófico para mí, pero poco a poco, luego de algunos procesos burocráticos y hacer algunas cartas de auxilio, pude obtener el año pasado atención muy básica de psicología. Las personas migrantes tenemos afectaciones muy grandes a nivel mental y emocional, ya que no poseemos muchas de las cosas que teníamos en nuestra antigua vida en nuestro país de origen, como soportes de familia y amigos. En mi caso puedo decir que el no tener amigos por mucho tiempo afectó bastante mi salud mental y esto junto con no tener espacios de interacción debido a la pandemia.

Las mayores cosas que me afectaron en algún momento fueron la sobre exigencia que tenía, pues recuperar el tiempo perdido y el competir conmigo misma según mis planes originales y ver también simultáneamente y qué personas más jóvenes con las cuales estudió en la universidad avanzan mucho más rápido en su carrera de lo que lo puedo conseguir yo. Soy una persona que ha sufrido mucho por competir con mis propios ideales o estándares de seguir el plan original y como estudiante sobresaliente y que iba a terminar de alguna forma la universidad en tiempo récord para que así de este modo poder acceder a mejores oportunidades tanto educativas como laborales. 

Me gustaría decir en estos momentos que mi mayor reto ya no es ser una persona sobresaliente o ser excelente en las cosas que hago, en estos momentos mi mayor reto puedo añadir que es no rendirme. Saber que aunque voy muy despacio y eso me abruma para mí sigue siendo el mayor de los éxitos, el hecho que aun contra corriente puedo seguir estudiando y aún no he desertado totalmente. Siempre se ve como un logro o un éxito que los estudiantes migrantes accedan a la universidad, pero puedo decir que el mayor de los retos y éxitos es no desertar mientras se está en ella. Desertar de la carrera universitaria es muy fácil cuándo es migrante, ya que tenemos que priorizar el estudiar o el sobrevivir y en una universidad tan intransigente como lo es la Universidad de Costa Rica puedo decir que es difícil hacer ambas cosas si no queda casi imposible.

Yo tuve un proceso de cambio previo a 2018 y como soy actualmente el 2023, en estos cinco años me tocó crecer muy rápido. Hacerse responsable de muchas cosas y de alguna forma ser el pilar por el cual se sostiene mi familia, si bien no es total económicamente puedo decir que en estos momentos me ha tocado ser la psicóloga, la abogada, la agente migratoria y burocrático en todos los aspectos que conlleva estar en mi familia. De algún modo a mi vida se le integró un acelerador y vengo tratando de seguirle el paso a lo que debo hacer para sobrevivir y ser un adulto medianamente funcional y ser una estudiante universitaria de tiempo completo.

Mi salud mental se ha ido deteriorando con el paso del tiempo. Cosas tan complejas como ser estudiante y buscar de algún modo a ser autónomo para conseguir dinero, unido a las distancias, a la lucha con la soledad, mientras se hacen trámites burocráticos engorrosos y todo esto añadiendo que se viven en dos países simultáneamente es extenuante en definitiva. En estos momentos la forma en la cual estoy tratando de cuidarme es poder rescatar mi individualidad y empezar a darle más prioridad a las cosas que me gustan hacer amistades en donde no se hable solamente de política y de trabajo todo el tiempo. También estoy iniciando a conectar con la música y la pintura para poder externar mis emociones cada que puedo. 

Y en este aspecto solo he hablado del lado personal y privado, pero desde el año 2018 he permanecido constante en mi activismo y proceso de formación educativa, más allá de la universidad. He hecho tres diplomados y ahora soy facilitadora de procesos de formación en donde orientó a jóvenes sobre incidencia política, democracia, derechos humanos y procesos de memoria y justicia para el país. 

Seguir mis sueños ha sido sumamente difícil. He de mencionar que si bien el lugar donde nací la familia con la que me críe, el espacio físico y mental con el que crecí es parte de mi identidad. Puedo decir que ahora lo único que puedo llamar hogar es mi espacio corporal y las personas a las cuales me acogen, aunque sea en un momento puntual para escucharme y crear algo profundo. Mi identidad está formada por mis sueños, mis metas, mi historia, mis desafíos, los conocimientos que he adquirido, mis sentimientos, las amistades que hago en el camino de mi vida.