Mi nombre es Grethel Felisa García Navarrete, tengo 24 años, vivo en Costa Rica desde el día en el que me vi obligada a exiliarme y actualmente soy refugiada en este país. En el activismo estudiantil soy conocida mayormente como Arlen, ya que adopté este nombre como medida de seguridad hacia mi persona y para poder proteger a mi familia de cualquier represalia.
Soy hija de una mujer valiente y poderosa que, a pesar de todo lo que ha tenido que pasar en su vida, me ha enseñado que una misma se puede abrir caminos con mucho esfuerzo y perseverancia. Mi madre se llama Escarla Yanira Navarrete Hernández y es madre de 3 hijas y un hijo, a les cuales ha sacado adelante con su trabajo de empleada doméstica. Mi madre siempre me consideró una niña fuerte e inteligente, por lo cual creyó en mí desde el día uno en que pisé una escuela en mi país. Ella, a pesar de no haber tenido la oportunidad de estudiar por el contexto en el cual pasó su infancia, siempre me inculcó el amor por la educación para tener un mejor futuro y otras oportunidades. Es por eso que, gracias a ella y su trabajo, en el año 2014 logré terminar la secundaria y posteriormente en el año 2015 logré ser la primera persona de toda mi familia materna y paterna en entrar a una universidad. Logré ingresar a la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) -que en ese entonces era una de las más prestigiosas en Nicaragua- a la carrera de Ingeniería Industrial. Lograr ingresar a la universidad fue motivo de orgullo para mí, para toda mi familia y también para las personas más cercanas a mí. Mi vida universitaria siempre fue muy tranquila, ya que siempre he sido dedicada a mis estudios, sin embargo, en el año 2018 esa felicidad mía y de mi familia fue interrumpida.
En Nicaragua, en 2018, las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega se intensificaron, convirtiéndose en un baño de sangre en nuestro país. A raíz de estas manifestaciones decidí unirme a las protestas como estudiante universitaria y parte de la sociedad civil, sin embargo, mi participación fue tan activa que fotografías que me tomaban en las manifestaciones se hicieron virales en las redes sociales, las cuales fueron las causantes de yo empezará a ser asediada por personas afines al partido de gobierno. Este asedio también que resultó en asedio hacia mi familia, por tanto, el 6 de noviembre de 2018 me vi forzada a migrar a Costa Rica, uniéndome a la lista de 150,000 exiliados nicaragüenses en este país, según ACNUR
Mi camino en Costa Rica podríamos decir que ha sido semejante al de las demás personas migrantes nicaragüenses, pues han existido muchas dificultades a nivel general, entre ellas la economía, ya que al llegar a este país las personas migrantes no venimos con mucho dinero y tampoco contamos con un trabajo asegurado al llegar a Costa Rica y estando acá se hace muy difícil conseguir un trabajo en condiciones dignas debido a nuestro estatus migratorio migratoria.
Por otra parte, considero que una de las dificultades más grandes que actualmente pasamos las personas migrantes en Costa Rica tiene que ver con la salud física, emocional, mental y psicológica.
Personalmente los primeros años enfrenté desafíos económicos y de salud, experimentando hasta depresión y ansiedad. A pesar de la xenofobia, busqué superarme y participé en talleres sobre derechos de migrantes y procesos migratorios. En 2021, ingresé a la Universidad Nacional de Costa Rica, cursando Educación Especial, luchando por una educación inclusiva y demostrando que las personas migrantes también pueden acceder a la educación
Sin embargo, pienso que cada unx de nosotros debe enfocarse en sí mismx, en ser mejor persona, en no hacerle daño a nadie, en crecer profesionalmente aunque no estemos en nuestro país. Es por eso que siempre busqué la manera de seguirme formando profesionalmente, por eso siempre participé en talleres donde me informaba sobre cuáles son los derechos de las personas migrantes en Costa Rica, cómo actuar en caso de que estos no se cumplieran y también me informé sobre los procesos migratorios en Costa Rica para poder solicitar un refugio.
En el año 2019 me propuse entrar a una universidad pública de Costa Rica para poder acceder a la educación superior en este país. Es así como a finales de ese año realicé el examen de admisión. Posteriormente, en el año 2020 logré pasar la primera etapa de admisión, sin embargo, el camino para poder seguir el proceso de matrícula se tornó bastante complicado, ya que al no contar con el refugio aprobado y al no tener los documentos apostillados por la cancillería de Nicaragua se me hacía difícil poder matricular.
Para esto tuve que aplicar el conocimiento aprendido en talleres sobre cuáles eran los derechos que yo tenía en este país como persona migrante y aparte de esto me apoyé en asesoría legal. Después de todo esto pude matricularme y logré que me aceptaran mis documentos. Es así como en el mes de febrero del año 2021 logré ingresar a la Universidad Nacional de Costa Rica, a la carrera de Educación Especial, donde actualmente curso el tercer año, y hace tres meses logré graduarme del Diplomado en I y II Ciclo en esta misma universidad y pude traer a mi madre para que me viera graduada y sintiera que nadie fue capaz de arrebatar nuestros sueños.
Mi paso por esta universidad como mujer nicaragüense ha sido una constante reivindicación de mis derechos en este país. He demostrado que las personas migrantes también podemos luchar para acceder a la educación en este país y que somos lo suficientemente capaces para estar dentro de una universidad. Mi desempeño en estos tres años como estudiante ha sido excelente y, debido a esto, he logrado ser una de las mejores estudiantes de mi carrera.
Para mí, el hecho de que una mujer migrante nicaragüense en una universidad pública en Costa Rica significa muchísimo; quiero que a largo plazo cualquier niño o niña migrante que venga a este país sepa que si yo pude, cualquier persona es capaz de hacerlo, ya que tenemos la misma capacidad y los mismos derechos a pesar de no haber nacido en este país.
Sin duda, la mayor experiencia que marcó mi vida ha sido migrar de mi país sola y a tan corta edad. Siento que haber dejado mi país y mi familia fue muy doloroso, sin embargo, logré sacar algo de bueno a todo esto, reinventándome y tratando de salir adelante.
Estoy total y completamente comprometida con la educación en la niñez, porque pienso que desde ahí viene el cambio para las sociedades de nuestros países. También pienso en una educación inclusiva para todes. Es por eso que decidí estudiar mi carrera y por lo que me enfoco en tomar en cuenta no solo el mundo intelectual, sino también lo emocional de nuestra niñez en un aula de clases, sobre todo de la niñez migrante. Actualmente soy voluntaria en el proyecto “Merienda y Zapatos”, que se encarga de apoyar en sus estudios a niños y niñas migrantes en este país para que puedan acceder a una educación igualitaria y de calidad.
Deseo que mi historia inspire a otras personas migrantes, que sepan que migrar es un derecho humano y que donde quiera que estemos nuestros derechos siempre caminan al lado nuestro y que siempre debemos luchar por el respeto de nuestros derechos. Quiero ser un ejemplo para la niñez migrante, demostrando que nadie puede arrebatarles sus sueños
hola Dios te bendiga como puedo hacer yo para que mis hijos tenga algún documento soy migrante