Este 2023 se cumplen cinco años del estallido social en Nicaragua. “La insurrección de abril” como llaman. Inició debido al disgusto que provocaron las reformas a la seguridad social INSS, lo que desencadenó manifestaciones cívicas en contra de la mala gestión del gobierno de Daniel Ortega a lo largo y ancho del país. 

Las protestas fueron catalogadas por Ortega como intento de golpe de estado y respondió con represión, dejando un saldo de cientos de personas muertas, detenidas o desplazadas.  

Históricamente Nicaragua ha sido un país violento, principalmente con las mujeres y también  con las feministas, quienes se posicionaron en primera línea acuerpando a Zoila América Narváez, hija de Rosario Murillo, la que denunció én 1998 a Daniel Ortega, su padrastro, de abuso sexual. Desde entonces la dictadura de Ortega-Murillo les ha declarado la guerra.

Pero, a partir de 2018, la violencia ha sido desmedida, según Cristiana Huerta, coordinadora del Colectivo Feminista Las Malcriadas y parte de la Articulación Feminista de Nicaragua, más de 200 organizaciones de mujeres han sido cerradas y más de 170 feministas se encuentran en el exilio según los últimos datos de IM-Defensoras.

“A pesar del exilio, aquí estamos las mujeres, buscando que hacer, tratando de sostenernos y sostener el trabajo que hacíamos allá, vivimos en dos polos”, menciona Huerta. 

Además de las vicisitudes del desplazamiento, a la lucha de estas mujeres por sobrevivir se le sumó en el año 2020 la pandemia del covid-19, en las que muchas quedaron en el desempleo. Según Ruth Blass, responsable de Finanzas y parte de la Coordinación de la Red de Mujeres Pinoleras, REMUPI, la pandemia fue una sacudida más que las obligó a organizarse.

Por lo tanto surgió la idea de hacer una especie de intercambio entre mujeres que les permitiera hacer trueques de granos básicos, ropa, accesorios, libros y hasta plantas a cambio de otra cosa que se estuviera necesitando, como método de economía sostenible, solidaria y feminista. También se convirtió en un espacio psicosocial que les permitió acuerparse desde sus diferentes realidades.

De esa iniciativa nació la idea de realizar una feria donde las integrantes de la red pudieran ofertar sus productos abiertamente al público y generar ingresos que les permitieran resistir y cubrir o sopesar los gastos de primera necesidad. Fue así como la REMUPI realizó su primera feria autogestionada el seis de diciembre de 2020 y el próximo dos de julio de este año realizarán la edición  #23.

“A medida que la red fue tomando fuerza y nos organizamos de mejor manera, dejó de ser solo la feria y pasamos a gestionar espacios para compartir entre nosotras como parte de la búsqueda del bienestar integral”, agregó Blass.

Por otro lado manifestó que han creado alianzas con organizaciones que trabajan temas de la mujer, migración, derechos humanos, liderazgo y emprendimiento para capacitar a las integrantes de la red en estos temas que apuntan a uno de sus objetivos principales: alcanzar la independencia financiera. 

“Hemos llevado diferentes procesos como administrar nuestras redes sociales para visibilizar nuestros emprendimientos, usar herramientas como canvas para editar nuestra publicidad e incluso manejar mejor nuestras finanzas”, añadió Blass.

Sin embargo uno de los mayores retos que enfrentan es el limbo migratorio pues algunas desde hace cinco años están en el país y todavía no reciben respuesta de su solicitud de refugio pese que ya completaron el último paso del proceso que es la cita de elegibilidad.

Según los registros de la Unidad de Refugio de la Dirección General de Migración extranjería, DGME, de 2018 hasta mayo de 2023 Costa Rica registró 211 946 solicitudes de refugio de nicaragüenses y en lo que va del año se han aprobado, hasta marzo, 857 solicitudes de refugio y se han denegado 302.  

Para Jacob Ellis quien es parte de la coordinación de REMUPI, la lentitud en los procesos migratorios limita a las mujeres a seguir creciendo con sus emprendimientos y de encontrar mejores oportunidades de empleo, afectaciones que se extienden a nivel familiar porque muchas de estas mujeres son madres ejerciendo su rol solas y el único sustento de su hogar.

Por otra parte agregó que es de suma importancia que las integrantes de la REMUPI cuenten con su refugio aprobado debido a que estas 25 mujeres ejercen un rol de activismo político y en defensa de los derechos humanos y se mantienen constantemente expuestas haciendo denuncias públicas de cada una de las violaciones a los derechos de la dictadura de Ortega-Murillo ante medios de comunicación. A su vez tienen contacto con diferentes personas que visitan las ferias pinoleras que se realizan cada mes y necesitan garantizar su seguridad y protección.

Sin embargo de este grupo de 25 mujeres solamente cuatro tienen aprobado el estatus de refugiada, por lo que han intentado hacer incidencia a través de la Defensoría de los Habitantes y han enviado cartas a Migración, pero siguen sin obtener respuesta alguna.

A causa de esta situación alrededor de diez mujeres que conformaban parte de la red decidieron migrar a un segundo país como Estados Unidos, España y Canadá.

No obstante con los nuevos decretos impuestos por el gobierno de Rodrigo Chaves lejos de contribuir a mejorar la condición de las personas refugiadas ha venido a complicar la forma en que se realiza el proceso de solicitud, en especial, el de obtener un permiso laboral que con estas novedades es prácticamente imposible.

Actualmente para solicitar refugio debes realizarlo en los primero 30 días de ingreso al país y hacer la solicitud de cita a través de la línea telefónica gratuita (506) 2200-80-99 o por el Portal de Citas web de Migración. El cupo es limitado, solamente hay 70 espacios por días lo que provoca al solicitante ansiedad por el poco tiempo y espacio.

Cabe recalcar que la persona solicitante debe llegar desde su país de origen, sino tendrá que explicar con razones de peso porque no realizó su solicitud de refugio en ese tercer país.  

Por otro lado las personas solicitantes de refugio antes podían optar por emprender de manera formal para auto emplearse, sin embargo con las nuevas disposiciones solamente podrá registrarse ante el Ministerio de Hacienda únicamente cuando obtenga la aprobación del estatus de refugio. Este procedimiento impide el crecimiento de muchas mujeres de la red por ejemplo, que gracias a posicionar sus emprendimientos en las ferias pinoleras han logrado escalar, establecer sus propios negocios y ser generadoras de empleo, pero se ven limitadas con estas imposiciones.

Tal es el caso de Marina* que abrió una soda de comida nicaragüense hace dos años la cual ha tenido mucho éxito a pesar de esto a Marina le negaron el derecho de renovar los permisos y licencias para que su soda opere de manera formal alegando que ella aun no es refugiada por ende no puede continuar inscrita en el Ministerio de Hacienda a pesar de que la ley no es retroactiva y su solicitud de refugio data desde 2018.

Dicha situación no solo limita a Marina, sino a las personas que tiene empleada en su soda porque no puede otorgarles un seguro social lo que afecta directamente su calidad de vida. Después de todo y gracias a las alianzas con organizaciones que trabajan con personas solicitantes de refugio y refugiadas Marina está recibiendo asesoría y acompañamiento para apelar por su caso, lo que ha representado mayor gasto de tiempo y dinero para ella.

A pesar de todas estas embestidas que han sufrido las personas migrantes, especialmente mujeres que les toca cargar con la enorme responsabilidad de la maternidad o con las culpas de dejar a sus hijos en su país de origen y tener que migrar por su seguridad o en busca de mejores oportunidades para proveerles un futuro con calidad de vida, las mujeres exiliadas siguen en pie de lucha.

Cada reto que se les ha puesto enfrente ha representado una manera más de ingeniárselas para seguir adelante desde el comprendido que juntas y organizadas son imparables e invencibles, han surgido colectivos como la REMUPI y la Colectiva Feminista Volcánicas que desde la fuerza, la vitalidad, la esperanza y la energía de moverse y luchar juntas visibilizan y posicionan los derechos de las mujeres migrantes.

Para Blass el crecimiento y empoderamiento que han logrado las mujeres desde la red es evidente, ahora no solo participan en talleres y seminarios, sino que son capaces de alzar su mano para pedir la palabra y con el poder que otorga el conocimiento hablar de las problemáticas que enfrentan desde sus diversas realidades. Sus emprendimientos ya son reconocidos en el exilio tanto por la población nicaragüense como costarricense, son un referente para otras organizaciones, reciben invitaciones para participar de otros espacios como feria en las universidades u otros eventos.

Finalmente a cinco años del estallido social en Nicaragua, las mujeres migrantes se han dignificado desde el acuerpamiento y la solidaridad, han recuperado su derecho a ser felices sin perder de vista los motivos por los cuales tuvieron que migrar y siguen floreciendo desde la rebeldía.